Una cálida mañana cuando el sol se había convencido de no esconderse tras las nubes Juana va corriendo hacia el corral tiluma (1) y mishowia (2), a sacar a las ovejas a pastear, pero de pronto escucha un grito -¡Juanita! ¡Juanita!, era doña Domitila su madre: — ¡Ñacashca (3) estás llictosa (4) ! Váyase a lavarse la cara y péinate, no te olvides de llevar tu ucho (5) que está rupha (6) rupha como para que no se te enfríe en el camino. Juanita obedece a su madre y enrumba con su rebaño de ovejas a una pampa verdecita cerca de un cristalino río. Al llegar, Juana se encontró con su fiel compañero de juegos, Panchito, quien también se encontraba en ese lugar dando agua a sus ovejas; los dos emocionados por su encuentro abandonan su labor y se dirigen al río a tirar piedritas para después entrar a nadar, — ¡Alalay!, mejor tú nada Juanita yo me quedo aquí mirándote. —¡No seas racasho (7) Francisco! —Responde Juanita— el agua no está fría y ahorita que te veo de má...
Podrás encontrar temas variados bajo mi seudónimo "Ojos Esperanza"